BRADENTON, Florida -- Cuando el pitcher de los Piratas Matt Benedict tiraba la bola en el Roberto Clemente Field del complejo de ligas menores de Pittsburgh una reciente tarde dominical, cinco sensores azules adheridos a su cuerpo hacían 39 mediciones, desde la rotación del hombro hasta el movimiento de la cadera y la apertura de las piernas.
Minutos después, el serpentinero derecho de 27 años analizaba la información recabada en una computadora de mano, comparando sus mediciones con las de otros jugadores que participaban en la prueba.
La biometría llegó al béisbol.
Los programadores ya revolucionaron el deporte con formaciones defensivas especiales. Ahora esperan que nueva información ayude a prevenir la avalancha de roturas de ligamentos colaterales cubitales del codo, así como una epidemia de operaciones tipo Tommy John.
"Es la próxima sabermetría", expresó Glenn Fleising, director de investigaciones del American Sports Medicine Institute (ASMI) del doctor James Andrews, aludiendo al estudio actual de estadísticas para sacar conclusiones sobre lo que sucede en el terreno de juego. "Es la ciencia y la ventaja competitiva de saber lo que hacen tus jugadores vs. lo que los demás no saben acerca de lo que hacen sus jugadores".
Para los científicos, el Newton metro es la nueva innovación en el mundo de las estadísticas aplicadas al béisbol, una forma de medir el esfuerzo de torsión, o "torque" del codo.
Motus Global, una compañía fundada en el 2010 por los creadores del software de los videojuegos Grand Theft Auto III y IV, está lanzando su sistema de sensores MotusPro este año, junto con un sensor único para el consumidor que costará 150 dólares.
La empresa segura que 27 de los 30 equipos de las grandes ligas han usado sus productos. Algunos jugadores, no obstante, temen que la tecnología se vuelva en su contra, como el malévolo HAL 9000 de "2001: Odisea en el Espacio", y ofrezca a sus patrones información que los perjudica.
La tecnología todavía no se puede usar en los juegos y los peloteros pueden negarse a emplearla en los entrenamientos.
"Sin negociaciones de algún tipo, el sindicato jamás permitiría que los equipos dispongan de esa información", expresó el pitcher de Toronto R.A. Dickey, un exganador del Premio Cy Young de la Liga Nacional, "porque la emplearían en arbitrajes y en las negociaciones de contratos".
Motus tiene sus oficinas en el suburbio neoyorquino de Massapequa y un laboratorio en la IMG Academy de Brandenton.
El ASMI ha estado midiendo la biomecánica de los pítchers desde 1990, pero los jugadores tenían que ir a un laboratorio de Birmingham, Alabama, quedarse en shorts y adherirse entre 30 y 50 marcadores reflectivos. Motus fabricó sensores de 16 milímetros y que pesan 400 gramos (14 onzas), que fueron ensayados el año pasado. El modelo de este año es de 9 milímetros y 2 onzas.
El sistema incluye dos chips en una manga de compresión que se coloca en el brazo del lanzador: un sensor principal con un punto azul se apoya en el codo y otro con un punto rojo en el bíceps. Hay un detector con un punto verde en el pecho y otro con un punto amarillo cerca del ombligo. El último sensor, con un punto morado, se coloca en el pie que tira hacia adelante. La tecnología de Bluetooth permite transmitir la información del lanzamiento en nueve segundos.
"La física no es lo mío", dijo Benedict. "Pero la forma en que desmenuzan la información te ayuda a saber exactamente qué pasa con tu cuerpo y creo que es algo que la mayoría de la gente puede usar".
"Si alguien está en un proceso de rehabilitación y desea saber cómo progresan las cosas, puede ser una gran herramienta".
Para crear sus modelos, Motus evaluó a 750 pítchers que tiran sobre 90 millas por hora y que no habían sufrido lesiones en los dos años previos.
"Uno de nuestros objetivos principales del sistema de un solo sensor es medir la carga del ligamento colateral cubital, el ligamento de Tommy John. Debe ser usado todos los días, desde el momento en que el jugador sale al terreno de juego hasta que se retira", dijo Ben Hansen, director de tecnología de Motus.
"Ahora tenemos 18 meses del régimen de lanzamientos de un pitcher de las mayores. Es fascinante ver esa información", agregó. "Esperamos que los peloteros sigan usando los sensores para ver la carga a lo largo de una carrera y lo que puede causar lesiones. Ese es nuestro gran objetivo".
El director del cuerpo médico de los Mets David Altched, quien al igual que Gleisig asesora a Motus, dijo que serán necesarios varios años de información para determinar cuál es la carga máxima que puede soportar el codo.
Después de ver una demostración del modelo del 2015, el coach de lanzadores de los Yanquis Larry Rothschild se mostró escéptico. Dijo que no creía que el sensor se mantuviera estable en el codo, algo que según Motus fue resuelto con la creación de chips más pequeños.
"Le falta mucho", opinó Rothschild. "A menos que el pelotero esté en medio de un partido, tirando con todo, no sé qué tipo de información van a recabar. Y muchos jugadores no van a querer usar esto".
Altchek no cree que los lanzadores vayan a usar sensores en los juegos que cuentan. Pero el relevista de los Yanquis Andrew Miller, quien jugó a nivel universitario con Hansen en North Carolina, dice que los modelos más pequeños pueden hacerlos más aceptables, siempre y cuando se resuelvan las inquietudes en torno a la privacidad.
"¿Quién sabe? Tal vez en 10 años sean tan pequeños que uno ni se dé cuenta y los muchachos estén tan acostumbrados a ellos que los usarán hasta en los partidos importantes. Incluso en la serie mundial", expresó Miller.
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