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PHOENIX - El término "factor X" se define como una característica, cualidad o persona que ejerce una influencia enorme pero impredecible.
Ni en la novena de Los Ángeles ni en el béisbol de Grandes Ligas se ha visto a un jugador como Puig. Sus herramientas, según los escuchas, son fenomenales. Tiene la misma corpulencia a la de Bo Jackson y una combinación de poder y velocidad parecida a la del ex estelar del béisbol y fútbol americano; un brazo tan peligroso para los corredores como el del boricua Roberto Clemente; y el talento necesario para impactar un juego de tantas formas que se le ha comparado con el incomparable Willie Mays.
Pero también ha habido drama en el clubhouse, hombres del corte a los que le ha dejado de tirar y lesiones que lo han mantenido fuera de acción por largos períodos. Quizás las comparaciones generaron expectativas irrealistas para Puig. Quizás ha tenido problemas con la disciplina debido a su experiencia en el béisbol cubano. O quizás simplemente sea su forma de ser.
Por la razón que sea, de cara a la temporada del 2016, Puig se encuentra en una encrucijada inesperada tratándose un jugador que tiene apenas 25 años de edad. El cubano se perdió la mitad del 2015 por lesiones y bateó apenas .255 con 11 jonrones y 38 remolcadas cuando estuvo en el terreno. No obstante, en los entrenamientos - al menos hasta que un problema en una corva le trajo malos recuerdos - Puig ha sido un modelo de buena conducta, dentro y fuera del terreno.
"Yasiel llegó con un mayor sentido de responsabilidad y consideramos que es algo maravilloso", dijo el gerente general de los Dodgers, Farhan Zaidi. "Somos un equipo distinto cuando él está a todo motor; no hay muchos jugadores como él. Estamos entusiasmados con la manera en que van las cosas desde un punto de vista físico y mental".
La directiva de los Dodgers le pidió a Puig que bajara de peso durante el invierno y el guardabosque accedió. Pero Puig hizo más que ponerse a dieta. El oriundo de Cienfuegos se reconectó con su "maestro", Tim Brazo, el ex director de asimilación cultural de los Dodgers, quien fue un miembro clave del círculo de Puig durante la espectacular llegada del cañonero Grandes Ligas en el 2013.
"Me llamó durante el invierno y me dijo, 'Maestro, estás interesado en volver para ayudarme los entrenamientos?'", dijo Bravo, quien recientemente se retiró como instructor. "Dijo, 'Haz lo que hacías'. Lo único que les puedo asegurar es que él ha hecho un buen trabajo a la hora de tratar de mejorar, remendar sus relaciones con la gente y ser un buen compañero de equipo. A nadie le puede obligar a hacer eso. Está haciendo un esfuerzo por cambiar y por ser un buen compañero. Lo he visto seguir su dieta porque le he cocinado. La ha seguido religiosamente. Ha hecho todo lo posible por ser mejor".
Luego de enemistar al ex manager de los Dodgers, Don Mattingly, y a sus coaches, Puig comenzó de cero esta primavera con el nuevo capataz Dave Roberts y sus instructores.
"Es nuestro deber sacarle lo mejor como jugador y como persona", dijo Roberts. "Somos un equipo distinto cuando contamos con su poder en el lineup. He hecho borrón y cuenta nueva y él no hecho nada que me haga pensar lo contrario. Pero siempre es la continuación. Estoy viendo continuación. Eso es lo que la gente juzga".
Durante los últimos años, ha existido la idea de que tanto la directiva actual de los Dodgers como la anterior se han cansado de Puig y que el equipo está dispuesto a canjearlo por prospectos o un abridor legítimo de Grandes Ligas. Pero cuando otros clubes indagaron al respecto durante el invierno, la novena de Los Ángeles ofreció aCarl Crawford o a Andre Ethier y no se concretó acuerdo alguno. Nadie quiere ser recordado como el gerente general que canjeó a Puig antes de que el cubano se convirtiera en el próximo Mays.
Ante la noticia de que Ethier estará fuera de acción durante varios meses, Crawford recibirá más tiempo de juego y el equipo necesitará de los aportes ofensivos de Puig más que nunca. Bravo considera que Puig está listo para encarar el reto, tanto en el terreno de juego y como el clubhouse.
"Quiere ganar, quiere ser buen compañero de equipo", dijo Bravo. "Es competitivo. Ha tenido altibajos, pero es de buen corazón. Mi deber es controlar las distracciones para que él pueda jugar béisbol. Es difícil de creer cuántas distracciones hay y trato de limitarlas y ser la voz de la razón. Soy maestro y coach. Trabajo con niños con necesidades especiales. Sé cuándo empujar y cuando jalar. "Hace cuatro años, fui uno de los primeros empleados de los Dodgers que saludó de mano [a Puig] y desde entonces hemos tenido una conexión".
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